La trata de blancas es una de las principales fuentes de ingresos de la cri
minalidad organizada a nivel mundial. Según estimaciones de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OSCE, el tráfico ilegal de seres humanos podría ya haber superado al de armas, al haber alcanzado en el 2005 un volumen de negocio superior los 32.000 millones de dólares anuales, un negocio en el que son explotados 2,5 millones de personas. La mayoría de las víctimas son mujeres y niños que caen en manos de criminales sin escrúpulos. Son explotados sexualmente y obligados a trabajar en condiciones de esclavitud. Se estima que más de la mitad de las víctimas son menores de 18 años y no hay país que se salve de esta moderna forma de esclavitud. En Estados Unidos, por ejemplo, ya no sólo se castiga a los explotadores sexuales sino también a los turistas estadounidenses que tienen relaciones sexuales con menores de edad en el extranjero. En dicho país los agresores pueden ser condenados a una pena de hasta 30 años de cárcel. Durante los últimos cuatro años se han registrado 103 casos de turismo sexual. La mayoría de las víctimas provienen de estratos marginales y la explotación sexual no es la primera forma de violencia que viven en carne propia. Es por ello que distintas organizaciones proponen iniciativas para atacar el problema de raíz. Lo más importante es informar y sensibilizar a las víctimas potenciales y ofrecerles alternativas. "Las víctimas no tienen alternativas en su país de origen, pero son los países destino, en donde por lo general hay poco interés en este tema, quienes dictan las reglas del mercado", afirma Eva Blaudet, la representante especial de la OSCE para la lucha contra el tráfico de personas.
