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lunes, 28 de junio de 2010

Una sociedad pornográfica

La sexualidad humana, que es manifestación de una naturaleza orientada hacia la solidaridad , es tendenciosamente inducida al materialismo y el hedonismo corrompiéndola. Se han separado sexualidad, amor y procreación. El amor y la responsabilidad consiguiente están ausentes en la cultura sexual de nuestra sociedad por lo que es un campo abonado a la infelicidad, la frustración y cualquier tipo de patología y delito. No es de extrañar que manicomios, cárceles y prostíbulos estén cada día más llenos.Esta agresión a la sexualidad supone en primer lugar, que millones de seres humanos, sometidos por la miseria y la explotación, sean esclavos de otros seres humanos mediante la prostitución. Por ejemplo 50.000 ciudadanos españoles viajan todos los años a países empobrecidos a practicar sexo, especialmente con niños y niñas y nadie se escandaliza. Miles de anuncios de prostitución inundan las páginas de los periódicos más renombrados. La industria pornográfica a nivel planetario es uno de los tres negocios más lucrativos junto con el tráfico de armas y de drogas. Actualmente, los niños y jóvenes están sometidos a un bombardeo mediático, especialmente en Internet, donde las relaciones sexuales se presentan como mero consumismo de carne y placer, donde el amor, la fidelidad y la entrega desinteresada no solo están ausentes sino proscritas. Se fomentan “practicas sexuales” cerradas a la vida y contra la vida, que pretenden la degradación de la dignidad humana. Además, en nuestras escuelas, la educación sexual supone, en la mayoría de los casos, una autentica violación psicológica de la infancia. La familia se degrada de tal manera que lo que debería ser escuela de solidaridad, sea una cooperativa de egoísmos, frágil, eventual, y sometida. MAS