La Oración de su Nieto
Ya era tarde y había llegado el momento para Patrick de ir a la cama. El niño abrazó cariñosamente a sus padres y luego, volviéndose hacia su abuela, también la besó y le dijo: –Buenas noches, abuelita, voy a acostarme.Necesitas algo? –No, hermosura, pero, ¿por qué me preguntas eso? –Porque voy a hacer mi oración, fue la respuesta. ¿No es ésta una lección para nosotros? ¿Es así como empezamos y terminamos nuestros días? Dichosos los abuelos que se benefician de las oraciones de sus nietos, y viceversa. ¡Qué privilegiados son los nietos cuyos nombres son pronunciados de rodillas cada mañana y cada noche por sus padres o abuelos! Por ejemplo, para los jubilados, ¿hay una actividad que tenga más valor? Muchos de ellos cuidan con esmero su jardín. ¿No merecen las jóvenes almas que tienen a su cargo ser cultivadas día tras día a fin de que lleven fruto para Dios? A los 80 años de edad, el autor de estas líneas no ha olvidado la corta oración que su mamá le enseñó a pronunciar cada noche al pie de su cama, cuando aún era niño: «Señor Jesús, enséñame a conocerte y a amarte…».