Muchos saben dónde se expende droga a menores, cerca de colegios o en lugares de veraneo, pero pocos son los que actúan.Una reciente asamblea plenaria del Episcopado volvió a poner ante la mirada de la sociedad el rostro cruel de una realidad que afecta severamente no sólo a las generaciones juveniles, sino también a niños de sectores más vulnerables que, a partir de los ocho años en muchos casos, muerden el perverso anzuelo del paco, que origina precoz adicción y consecuente deterioro mental.