Lecciones de una Colmena.
Una colmena es algo apasionante. Una colonia de abejas puede vivir en un tronco de árbol, en una caja de acero e incluso en el cadáver de un león… No tiene un jefe, pues la reina no dirige la colonia, sino que asegura su reproducción. Sin embargo, en el reino de la naturaleza quizá no exista una comunidad más eficaz que una colmena. Hay un perfecto acuerdo y una cabal unidad de acción. No hay celos ni luchas internas. Sin embargo, son combatientes intrépidas. Aun el hombre debe cuidarse de no provocarlas. El sistema de repartición de sus tareas es notable. Cada obrera sabe lo que tiene que hacer y lo hace sin necesidad de que nadie se lo ordene. ¡Al mismo tiempo no hay abejas sin hacer nada! Cristianos, tenemos mucho que aprender de esas fascinantes y pequeñas criaturas, en particular en lo concerniente a nuestro servicio en la iglesia local. ¡Qué poderoso testimonio dan los cristianos cuando cada uno hace lo que el Señor le pide y para lo que le ha capacitado! En contraste con las abejas que actúan por instinto, nosotros tenemos un Conductor, el Espíritu Santo, quien está en cada uno de nosotros y entre nosotros para darnos a conocer la grandeza, la dignidad del Señor Jesús, y para guiarnos en toda la verdad. Él alimenta nuestras almas al ocuparnos de la gloria de Cristo y al hacernos crecer en el amor de Dios.