"Primero nos ignoraron, luego se rieron de nosotros, después nos atacaron... entonces vencimos "
***Primer diario digital Cristiano*** Emitido en la ciudad de Paysandù, con noticias de todo el acontecer sanducero, y del mundo comentado desde la optica cristiana "Una mirada diferente de la realidad"
jueves, 16 de diciembre de 2010
El que bebiere del agua que yo le daré,no tendrá sed jamás;Juan 4:14.
Un pensador escribió: «Cierto día, en una feria, entré en una sala llena de espejos deformadores. Todo parecía que estaba torcido y desproporcionado. Esta sensación de distorsión frecuentemente me vuelve a la memoria cuando pienso en la vida en este mundo. Aun cuando todo va más o menos bien, aspiramos a no sé qué de indefinible, algo que nunca descubrimos. A veces pensamos que con un cambio de patrón, una nueva relación, todo iría mejor, pero esto no dura. En nosotros subsiste un suspiro, una sed de algo que nunca se produce». Esta aspiración a la perfección, a lo infinito, a lo absoluto, ¿no es en el fondo una búsqueda de Dios y una necesidad de contacto con él? Entonces, ¿cómo podemos conocer a Dios, quien es más grande que nuestra razón, e invisible? (Colosenses 1:15). Él se revela a aquel que humilde y confiadamente lee la Escritura. Al hacerlo obtenemos no sólo la certeza de la existencia de Dios, sino que también somos conscientes de que él está cerca de nosotros y nos ama. Mediante su Palabra Dios se revela como el que aplaca nuestra más grande sed, el que responde a nuestras más altas aspiraciones. Lo hace atrayéndonos a Jesús, la fuente de vida, el que puede limpiarnos de nuestras faltas y dar sentido y plenitud a toda nuestra existencia si confiamos en él.