Tenemos que pasar por la oscuridad para luego ver la luz ... Es que a veces creemos que cuando atravesamos momentos difíciles - una enfermedad, la pérdida de un ser querido, un problema económico, una desilusión amorosa, etc. – Creemos que Dios nos ha abandonado, que no nos ama, que nos ha olvidado, y un sin fin de cosas, y experimentamos sentimientos de angustia, tristeza y hasta rebeldía, llegando incluso en casos extremos a renegar de la existencia de Dios y ya no nos congregamos . Pues déjame decirte que, precisamente en aquellos momentos de mayor tribulación y desesperación Dios está contigo, ¡sí! Dios está a tu lado. Es que cuando sientes que tu cruz es demasiado pesada y ya no puedes más, Él te tomará en sus brazos y te dará la tibieza de su regazo y de su amor infinito, porque Dios nunca nos abandona, solo nos suelta un poco de su mano y nos pone a prueba para conocer que tan grande es nuestra fe, nuestra convicción y nuestra confianza Él es nuestro Padre Celestial y como tal cuida de sus hijos con amor incomparable. Si cuida de las aves, y de toda la hermosa creación ...¡Cómo no ha de cuidar de sus hijos predilectos! Somos nosotros los que nos olvidamos de Él, los que lo abandonamos y buscamos sólo cuando lo necesitamos, cuando estamos en momentos de gran dificultad, como se dice criollamente , cuando las papas queman!! . Si ese es tu caso, y en este mismo instante estas pasando por uno de los momentos más críticos de tu vida, no lo pienses más y aférrate a Dios con todas las fuerzas de tu ser, aférrate a Él y entrégale todos tus problemas y tus necesidades ... Pero sobre todo, entrégale tu corazón, abandónate en sus santas manos y deja que “Él” actúe, deja que obre de acuerdo a su voluntad ... No lo presiones, ni le dirijas una oración angustiada, como diciéndole lo que tiene que hacer ... Sólo ábrele las puertas de tu corazón y deja que Él entre en tu vida y tome posesión de ella y te conduzca de su mano por los caminos que Él ha señalado para tí, porque Él sabe que es lo mejor para tu vida. Habla con “EL” a través de la oración Juan Carlos laurino