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martes, 15 de junio de 2010

Tim Guénard, pinceladas de esperanza

Cuando tenía tres años su madre le abandonó atado a un poste de electricidad. A los cinco años su padre le dio una paliza que le retuvo en un hospital hasta los siete años. El resto de su infancia la pasó de una casa de acogida a otra, hasta que, ya en la adolescencia y tras varias estancias en la cárcel para menores, vivió la ley de la calle para subsistir.Con esa vida, lo único que animaba Tim Guénard a seguir era el deseo de matar a su padre. Pero el «Big Boss» –como llama a Dios– y el encuentro con personas clave hicieron que su camino diese un giro de 180 grados hacia el perdón y el amor. […]Cuando piensa en su infancia, ¿cuál es su peor recuerdo?El peor es haber estado tres años en la cama de un hospital por culpa de los golpes que me dio mi papá. Cuando bebía, no sabía lo que hacía y me pegaba sin darse cuenta. Lo que más me dolió es que durante ese tiempo de convalecencia, nunca tuve una visita.Un día en el hospital, vio que a su compañero de habitación se le cayó el envoltorio de uno de los regalos que recibió. Usted cogió ese papel y lo escondió. Cuenta en su libro que, a pesar de su situación, este simple papel le ayudó a salir adelante...Sí, eso fue lo que me ayudó. El papel tenía el dibujo de un tren con vagones llenos de juguetes y un oso de peluche que movía su brazo. Lo escondí en los baños del final del pasillo y todos los días me arrastraba hasta allá (no podía andar) para ver mi papel a escondidas; me daba la impresión de que el osito me decía “¡Hola Tim!” y que me daba las buenas noches al final del día. Para mí era la única visita (esto demuestra que lo que desechan los demás puede ser importante para otros). Ese papel me dio un poco de calor y suscitó en mí el deseo de volver a caminar. Gracias a ese esfuerzo para ver mi papel de regalo, aprendí a andar nuevamente MAS