bros. Así como usted puede comprender una carta de su propia familia mejor que un extraño puede, los verdaderos cristianos la mejor manera de entender la Palabra de Dios. Esto es posible porque nos convertimos en hijos de Dios cuando nacemos de nuevo a través de la salvación. Tenemos su Espíritu como I Corintios 2:6-16 nos dice.Habiendo nacido en la familia de Dios es sólo un comienzo. Al tomar la palabra de Dios, nos volvemos con hambre de más de sus verdades. Como los niños pequeños que acuden diariamente a sus padres para ser alimentados, tenemos que encontrar a Dios para que nuestra hambre espiritual satisfechos (ver 1 Pedro 2:2). Además, se debe encarar la Palabra de Dios en una actitud de obediencia. El niño que obtiene el máximo provecho de su amor a los padres y recibe una herencia es obediente. Él escucha a sus órdenes a los padres. El apóstol Pablo estaba preocupado por la desobediencia de la iglesia en Corinto y les escribí una carta (1 Corintios) para asesorarlos. Explicó que debido a su argumento y otras malas actitudes, que no estaban creciendo espiritualmente. Él dijo:No pude hablar con usted cuando hablo con personas que tienen el Espíritu, tuve que hablar con usted como si pertenecía a este mundo, como los niños en la fe cristiana. Tuve que te alimentamos con leche, alimentos sólidos, porque no estaban preparados para ello. E incluso ahora no está preparado para ello, porque todavía viven como viven la gente de este mundo (1 Corintios 3:1-3). Nuestra actitud debe incluir la disciplina. No podemos esperar que Dios revelarnos cosas a menos que hagamos un verdadero esfuerzo para aprender. La Escritura dice: "Pedid, y recibiréis, buscad, y hallaréis, llamad y la puerta se abrirá a vosotros" (Mateo 7:7). Esto significa que tenemos que pasar tiempo en un estudio cuidadoso.Ahora, con el fin de nuestro estudio para cambiar nuestras vidas, debemos ser enseñable. Debemos estar dispuestos a recibir instrucción de nuestro Padre Celestial. Con demasiada frecuencia tratamos de vivir la vida a su manera. Tanto el rey David y el profeta Isaías Admitimos ante Dios su necesidad y deseo de ser enseñado.No han descuidado sus instrucciones, porque tú mismo eres mi maestro. ¡Qué dulce es el sabor de sus instrucciones - más dulce que la miel (Salmo 119:102, 103).El Señor Soberano me ha enseñado qué decir, de modo que pueda reforzar el cansancio. Todas las mañanas me hace ansiosos de escuchar lo que él va a enseñar a mí (Isaías 50:4). Pr Laurino