"Primero nos ignoraron, luego se rieron de nosotros, después nos atacaron... entonces vencimos "

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sábado, 28 de mayo de 2011

No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Romanos 1:16.

¿Avergonzarse del Evangelio? ¿Cómo avergonzarse de una buena nueva? El Evangelio (literalmente: la buena nueva) no está reservado a retrasados; el apóstol Pablo es un ejemplo de ello. Educado en la mejor escuela rabínica de su época, pudo dar testimonio de su total transformación mejor que cualquier otro, cuando Jesucristo lo encontró en el camino a Damasco (Hechos 9:1-22). Ese día ese campeón del judaísmo fue alcanzado por el poder de Dios. Ese poder es capaz de tocar los corazones, cambiar y transformar completamente las vidas.  Dios no quiere aplastarnos, al contrario, quiere salvarnos en espíritu, alma y cuerpo. ¿Quién podría decir que no necesita salvación, liberación y perdón?   El Evangelio no está reservado a algunas personas en particular, sino que es ofrecido a todos, a usted y a mí. Ya que todos somos pecadores ante Dios, todos necesitamos la salvación (Romanos 3:22-23).  Al empezar su ministerio en Galilea, Jesús decía a todos: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15).  Para ser liberados de nuestros pecados y recibir la vida eterna desde ahora mismo es necesario reconocerse pecador, arrepentirse y creer lo que Dios dice en su Palabra respecto a nosotros y a Jesús, el Salvador del mundo.  “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).