"Primero nos ignoraron, luego se rieron de nosotros, después nos atacaron... entonces vencimos "

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miércoles, 27 de abril de 2011

Se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo. Hechos 23:11.

Solo y Rechazado
  Para varias personas, cuyo entorno no es cristiano, se crea un vacío alrededor de ellos cuando han aceptado a Cristo y han abierto su corazón al amor de Dios. Esta situación puede volverse trágica. A menudo esto ocurre en los países de régimen totalitario en el plano político o religioso. Cuando tales casos se presentan en el ámbito familiar, no es posible permanecer firme sin la fuerza espiritual de Dios.  Pensemos en el caso de José, quien fue rechazado por sus hermanos, vendido para ser esclavo y echado en la cárcel. Pero no perdió el ánimo y Dios lo ayudó maravillosamente. Pensemos en el apóstol Pablo, quien dijo con tristeza: “Todos me desampararon”, y luego agregó: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:16-17). David dijo: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, el Señor me recogerá” (Salmo 27:10). Si se trata de una pareja en la cual sólo uno de los cónyuges se ha convertido una vez casados, la Palabra de Dios alienta al que es creyente a no abandonar a su compañero, con la esperanza de que el testimonio dado por su conducta lo gane para Cristo (1 Corintios 7:12-14; 1 Pedro 3:1-2). El Señor Jesús fue rechazado por su pueblo: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11), y también por su familia: “Ni aun sus hermanos creían en él” (Juan 7:5). Habiendo conocido estos sufrimientos, nuestro Salvador puede simpatizar con los que padecen el aislamiento o son rechazados.