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viernes, 24 de diciembre de 2010

Poder y alegría (están) en su morada (la de Dios).1 Crónicas 16:27.

Motivos de Gozo en el Cielo

Más allá del cielo visible, en la morada del Dios bienaventurado, reina un gozo eterno que nada puede turbar. La Escritura nos presenta varias ocasiones en que esta alegría fue, es y será particularmente experimentada. Cuando Dios fundó la tierra y estableció sus bases, “alababan todas las estrellas del alba y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). Ante ese despliegue del poder y de la sabiduría de Dios, los ángeles (llamados “hijos de Dios” en este versículo) estallaron de gozo. Cuando un ángel anunció el nacimiento de Jesús a los pastores que guardaban sus rebaños en la región de Belén, repentinamente, en la noche, apareció una multitud del ejército celestial alabando a Dios y exclamando: “Gloria a Dios en las alturas” (Lucas 2:13-14). Descubrieron lo que el apóstol Pablo llama un misterio: Dios manifestado en carne. Fue un gran motivo de gozo para la tierra y el cielo. En Apocalipsis 19:7 hallamos otra causa de regocijo: “Alegrémonos… porque han llegado las bodas del Cordero”. Cristo (el Cordero de Dios) tendrá junto a Él a la esposa (la Iglesia), la cual adquirió al precio de sus sufrimientos (Efesios 5:25). Pero he aquí otro motivo de alegría que nos maravilla: “Hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:10). Tal es el valor de un alma para el corazón de Dios, quien no quiere la muerte del pecador, sino su conversión y su vida.