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lunes, 2 de agosto de 2010

Perseveraban en la doctrina de los apóstoles,....Hechos 2:42.

Cuatro cosas caracterizaban a esos cristianos en los primeros días del cristianismo: Eran reconocidos por su gran interés en ser enseñados en la doctrina cristiana a través de los apóstoles; gozaban entre ellos de las bendiciones comunes; participaban regularmente del partimiento del pan y no se olvidaban de orar en conjunto. ¿Pueden nuestros prójimos notar estos mismos rasgos distintivos en nosotros, cristianos de la época actual? Aquellos creyentes tenían como centro a Jesucristo, su Salvador y Señor. Se reunían y oraban a Dios en Su nombre. Anunciaban Su muerte celebrando la cena del recuerdo (1 Corintios 11:26). En la medida en que cada corazón estaba lleno del Señor y se sentía atraído por Él, los corazones de los creyentes se unían entre sí. Esta era la comunión en la cual permanecían. ¿Es esto posible hoy en día? ¡Sí, por supuesto! El Señor Jesús, a quien conocemos, y la doctrina cristiana, tal como la encontramos en el Nuevo Testamento, no han cambiado. Si esto llena nuestro corazón y es el motivo de nuestro interés, seguramente hallaremos a otros que comparten ese mismo interés y se gozan en el Señor. Con ellos podemos tener comunión. El apóstol Pablo exhortaba a Timoteo, su compañero de trabajo: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22). Esto también vale para nosotros.