Muchos de nosotros hacemos grandes esfuerzos y gastos a fin de prepararnos para un acontecimiento futuro. Nos preparamos para un casamiento, para comprar una casa, etc. Los padres ahorran para dar una buena educación a sus hijos. Otros guardan dinero para cuando se jubilen. Y al envejecer, se preparan para lo inevitable, la muerte. Hacen un testamento, dan un poder a un abogado y toman disposiciones para su entierro. Pero, ¡cuántos dejan lo más importante sin hacer! Aunque sabemos que nuestra vida puede acabarse en cualquier momento, muchos nunca se preparan para encontrar a Dios, que es lo más importante de todo. ¿Está usted preparado para entrar en la presencia de un Dios santo y justo? ¿Sus pecados han sido perdonados? Si no es así, usted puede y necesita hacerlo ahora mismo. No lo deje para más tarde. Confiésele que ha pecado y es un pecador. Crea que el Señor Jesús murió en la cruz por sus pecados. Arrepiéntase pidiéndole que sea el Salvador y Señor de su vida. Él lo perdonará y así usted estará preparado para su cita más importante. Después de haber sido operado del corazón, cierto comerciante se acostumbró a poner en orden sus asuntos de negocios al final de cada día. En la noche escribía sus instrucciones para los asuntos pendientes. Nosotros también deberíamos asegurarnos de que todo esté en orden en nuestra vida, es decir, de que estemos preparados para comparecer en la presencia de Dios.