Cuando comienzo a escribir estas líneas se inicia la fiebre futbolera de un nuevo mundial.
El fútbol actual es el arquetipo de la globalización en mayor grado que la democracia, la economía de mercado o la Internet (cosas, además, de las que se nutre y utiliza en su favor). Política y fútbol han sido inseparables. En América Latina –como alguien ha dicho x ahí- la principal esperanza sigue estando en los estadios.Pascal Boniface, Director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París, ha agregado algunas cosas: él dice que “el fútbol es el estadio final de la globalización. No existe actualmente un fenómeno más global. Su imperio no conoce fronteras ni límites. Y, lo que resulta aún más singular, es el único imperio hondamente popular x el que los pueblos entusiastas aspiran efectivamente a ser conquistados –regocijándose de tal eventualidad cuando tiene lugar- y se esfuerzan denodadamente x convertirse en sus mejores acólitos y discípulos.” X eso, a diferencia de otros imperios, el Imperio del Fútbol se ha ido extendiendo x todo el planeta de manera pacífica y sin necesidad de imponerse. Se ha convertido en una pasión planetaria, el único y extraño elemento de una cultura mundial que todos entienden y que salta x encima de regiones, fronteras, naciones y generaciones del mundo. MAS