"Primero nos ignoraron, luego se rieron de nosotros, después nos atacaron... entonces vencimos "

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***Primer diario digital Cristiano*** Emitido en la ciudad de Paysandù, con noticias de todo el acontecer sanducero, y del mundo comentado desde la optica cristiana "Una mirada diferente de la realidad"

jueves, 22 de abril de 2010

Pensemos Juntos ....( Pr Laurino)

Hablar mal de otros es sumamente fácil. Basta con poner en la mira a un personaje de la vida política, económica, deportiva, cultural, religiosa, y lanzar palabras acusatorias, normalmente adecuadas a cada ámbito.El mecanismo que lleva a hablar mal parece, por lo tanto, muy sencillo, fácil, asequible a la gran mayoría de la gente. Pueden hablar mal casi todos: un joven de sus profesores universitarios; un trabajador de sus jefes o de sus compañeros; un político de los políticos del otro partido o de algún colaborador al que hay que tumbar para “ascender”; un periodista de sus directores o de otras personas; un futbolista de su entrenador ; una persona cualquiera de las personas de otras razas, o de otras nacionalidades, Detrás de todos los ataques verbales se esconde un mecanismo psicológico que muestra cómo la violencia de las palabras tiene una base muy frágil. Porque una antipatía, o una actitud hostil, o el miedo a la competencia, o la sospecha patológica, son suficientes para lanzar críticas envenenadas, pero no para mejorar como personas, para respetar la justicia, para conocer los hechos tal como ocurrieron, para defender a los inocentes y acusar a los verdaderos culpables. Es, por lo tanto, fácil, muy fácil, hablar mal. Más fácil que robar, precisamente porque existen pocos mecanismos para perseguir las mentiras, y porque en algunos ambientes se ha exaltado hasta el absurdo la “libertad de expresión”, como una especie de patente para decir todo tipo de falsedades, difamaciones y calumnias.Lo que no resulta tan fácil es sanar las raíces que llevan a críticas mordaces, a despellejar al prójimo con palabras despiadadas. Si al menos abriésemos los ojos al daño que puede provocar en los criticados las palabras que formulamos contra ellos; si pudiéramos sospechar que hay críticas capaces de destruir vidas frágiles, de desintegrar matrimonios, de provocar depresiones... quizá pensaríamos dos veces las cosas antes de lanzar acusaciones gratuitas o calumnias despiadadas no les parece?.Por eso Santiago, en su carta, advertía a los primeros cristianos sobre los peligros de la lengua: “en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así” (St 3,8-10).
Pr Juan Carlos Laurino