riosa HerenciaLa conclusión del encabezamiento nos muestra hacia qué hermoso destino nos dirigimos como hijos y herederos de Dios. Hemos de ser glorificados con Cristo. Actualmente nos toca pasar por las dificultades, pero delante de nosotros se halla la gloria.Nuestro Salvador ya la alcanzó como ser humano, pero él quiere compartirla con nosotros, quienes hemos pasado a ser su propiedad por medio de la fe y estamos inseparablemente unidos a Él. Algunos pasajes del Nuevo Testamento hablan de ser glorificados con él: “Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Filipenses 3:20-21). “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4). “Nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación… a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:13-14). La grandeza de la gloria de nuestro Salvador será manifestada en nosotros. ¡Qué riqueza de su gracia!