"Fumo porque me gusta." "Fumo porque me calma los nervios." "Fumo porque me hace sentir bien."
Más allá de las excusas que el 30% de la humanidad esgrime para justificar su adicción a una de las más poderosas drogas que se conocen, los engranajes biológicos del mecanismo que la sustenta son todavía difíciles de explicar para la ciencia. Ahora, un trabajo de los investigadores argentinos Marcelo Ortells y Georgina Barrantes, de la Universidad de Morón y el Conicet, publicado en la revista Medical Hypotheses, intenta armar ese complejo rompecabezas y ofrece una posible explicación bioquímica de la dependencia de la nicotina. Entre sus conclusiones, una es particularmente provocativa: según los científicos, si bien se utilizan regularmente en los tratamientos para dejar de fumar, los parches de ese alcaloide no serían una solución en el largo plazo, sino sólo una ayuda transitoria. "MAS
Más allá de las excusas que el 30% de la humanidad esgrime para justificar su adicción a una de las más poderosas drogas que se conocen, los engranajes biológicos del mecanismo que la sustenta son todavía difíciles de explicar para la ciencia. Ahora, un trabajo de los investigadores argentinos Marcelo Ortells y Georgina Barrantes, de la Universidad de Morón y el Conicet, publicado en la revista Medical Hypotheses, intenta armar ese complejo rompecabezas y ofrece una posible explicación bioquímica de la dependencia de la nicotina. Entre sus conclusiones, una es particularmente provocativa: según los científicos, si bien se utilizan regularmente en los tratamientos para dejar de fumar, los parches de ese alcaloide no serían una solución en el largo plazo, sino sólo una ayuda transitoria. "MAS